Introducción
Un plan de alimentación saludable incorpora alimentos saludables desde una amplia variedad de grupos de alimentos. Una de las causas básicas de las enfermedades crónicas es una nutrición deficiente.
Su sistema inmunológico puede ser dañado por lo que usted elige comer, y aunque sería conveniente si pudiéramos obtener todos los nutrientes necesarios en forma de suplementos y seguir comiendo como lo hemos hecho siempre, la naturaleza hace un trabajo mucho más efectivo de combinar lo que es necesario que el cuerpo absorba adecuadamente y utilice los nutrientes en los alimentos que comemos.
Justificación
La relación sinérgica entre la malnutrición y las enfermedades infecciosas ahora es aceptada y se ha demostrado concluyentemente en animales de laboratorio. La presencia simultánea de malnutrición e infección es el resultado de una interacción que tiene consecuencias más serias sobre el huésped de lo que tendría el efecto aditivo si las dos se presentarán de modo independiente. Las infecciones empeoran la malnutrición y ésta aumenta la gravedad de las enfermedades infecciosas. ¿En qué forma influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico? Las dietas inadecuadas provocan que el organismo se resienta y desciendan nuestras defensas. ¿Qué consecuencias puede tener esto a corto y largo plazo?
Metodología
La Metodología de la Investigación se considera y se define como la disciplina que elabora, sistematiza y evalúa el conjunto del aparato técnico procedimental del que dispone la Ciencia, para la búsqueda de datos y la construcción del conocimiento científico. La Metodología consiste entonces en un conjunto más o menos coherente y racional de técnicas y procedimientos cuyo propósito fundamental apunta a implementar procesos de recolección, clasificación y validación de datos y experiencias provenientes de la realidad, y a partir de los cuales pueda construirse el conocimiento científico.
La metodología surge a medida que las ciencias van desarrollándose, de donde se desprende que el conocimiento metodológico, el aprendizaje y experiencia de las técnicas opera como un proceso continuo, gradual y progresivo en el que el saber se construye y el modo de adquirirlo se configura con el paso de la experiencia.
Siguiendo los pasos establecidos de esta metodología, comencé, primeramente, por la óptima recaudación de información por medio de la investigación y observación de campo, la cual consistió en acudir a un centro de salud donde pudiera encontrar a personas con problemas de salud que pudieran verse afectadas o en su defecto deterioradas por una pobre o mala alimentación. Luego procedí a la realización de encuestas a la comunidad para recabar aún más información respecto al tema de mi elección. La mayoría de los encuestados fueron jóvenes de entre 18 y 26 años, y para mi sorpresa, la mayoría llevaba una vida de sedentarismo bastante pronunciado. Luego procedí a la organización de información y material obtenido, por medio de la utilización de gráficas y tablas para que todo estuviese en un mismo lugar y fuera de fácil acceso por mí y por aquellos posibles interesados en el tema que he decidido desarrollar y por último realicé la presentación final de gráficas y escritos con los resultados finales de la investigación, los cuales podrán encontrarse a lo largo y al final de este informe escrito.
Resultados
Se trata de una revisión bibliográfica sistemática sobre la nutrición. Se clasifican los nutrientes como las proteínas, carbohidratos y grasas además de los oligoelementos (vitaminas y minerales), necesarios en la dieta para el buen funcionamiento del organismo. Se revisaron artículos relacionados con el tema de los últimos 10 años, en Inglés y Español, disponibles en la red telemática de Infomed. Se realiza un análisis sobre los principales antioxidantes que se ingieren con la dieta, debido al efecto dañino que provocan los radicales libres en el organismo; por otro lado, se explica cómo la manipulación nutricional de la inmunidad puede tener implicaciones clínicas (inmunodeficiencia celular, humoral y déficit fagocítico), biológicas y terapéuticas, además de abordar el efecto que tiene una adecuada nutrición sobre los principales mecanismos de defensa del organismo. De esta revisión bibliográfica, se deduce la importancia de conocer y establecer una terapia nutricional adecuada no solamente para mantener una apariencia física saludable, sino para lograr disminuir los mecanismos de estrés oxidativo y mejorar nuestras defensas. El sistema inmune es complejo y los elementos que lo integran participan de forma integrada junto a otros sistemas en numerosas funciones del organismo. Todos los nutrientes -incluyendo el agua- y en su conjunto la alimentación, afectan a la estabilidad del sistema inmunitario en todas las etapas de la vida. El sistema inmune protege al organismo frente a agentes extraños (bacterias, virus, parásitos, hongos, levaduras, pólenes, proteínas alimentarias, toxinas, células cancerígenas, etc.) y una primera línea de defensa la constituyen las barreras físicas y químicas, como son la piel y las mucosas (nasal, lagrimar, intestinal, etc.), sus secreciones (pH ácido del estómago, lisozima, y otros componentes antibacterianos del sudor y otras secreciones) y la flora microbiana autóctona protectora. Una vez que los patógenos han atravesado esta primera barrera del sistema inmunitario innato, el sistema inmune pone en marcha otros mecanismos de defensa activa que se pueden dividir en respuestas inmunes innatas e inespecíficas y respuestas inmunes adaptativas ó específicas (conocida también como inmunidad adquirida). La principal diferencia que existe entre ambos tipos de respuesta es que la inmunidad adaptativa presenta alta especificidad y memoria con respecto a un determinado patógeno. En ambas respuestas intervienen las células inmunocompetentes (leucocitos) y una serie de factores solubles (sistema del complemento, anticuerpos, citoquinas). Las células que participan en las respuestas inmunes se diferencian en la médula ósea, se encuentran mayoritariamente en órganos linfoides tales como el timo, el bazo, los nódulos linfoides y las placas de Peyer, que también se dispersan por el organismo a través del torrente circulatorio sanguíneo y la circulación linfática, migrando de forma dirigida hacia los focos donde son necesarias, según la respuesta pertinente en cada caso, dependiendo del tipo de patógeno y su vía de entrada.
Se dice que las necesidades de nutrientes esenciales para el organismo se reducen a menos de 50 nutrientes químicamente identificados como una o dos clases de carbohidratos, ácidos grasos (linoleico y linolénico), proteínas (con 8 aminoácidos esenciales y 4 ó 5 no esenciales), 13 vitaminas y 20 minerales. La mezcla de estas sustancias adecuadamente proporcionadas en el organismo es capaz de mantener un estado nutricional satisfactorio. A estas sustancias se les llaman nutraceúticos, que se definen como cualquier alimento o ingrediente del mismo que proporcione un beneficio probado para la salud humana. 2
Muchas personas aparentemente sanas padecen de deficiencias nutricionales en mayor o menor grado, que no son definidas clínicamente, pero constituyen un estado de salud precario.
Los procesos nutritivos tienen tres finalidades:
Suministrar la energía necesaria para el mantenimiento del organismo y sus funciones.
Suministrar los materiales necesarios para formar las estructuras corporales, su renovación y reparación.
Suministrar los materiales necesarios para la regulación de numerosas reacciones químicas, a cuyo conjunto se le llama metabolismo
Inmunidad innata y adaptativa
Dentro de la inmunidad innata se cuenta con las células fagocíticas, que incluyen a los granulocitos –neutrófilos, basófilos y eosinófilos-, monocitos y macrófagos (ver Figura 1). Esta parte de la defensa es inespecífica, funciona a través de mecanismos estándar, sin necesidad de que haya una exposición previa al patógeno y por tanto, actúa de forma rápida.
Figura 1. Componentes de la respuesta inmunitaria.
Por el contrario, la respuesta adaptativa precisa de células más especializadas, los linfocitos, que actúan mediante un reconocimiento específico del microorganismo que ha invadido el organismo y la generación de clones de células que responden de forma particular frente al invasor (Figura 2).
Figura 2. Reconocimiento y actuación del sistema inmune frente a un microorganismo invasor. Fuente: James A. Sullivan (www.cellsalive.com)
Este tipo de respuesta no aparece de forma tan rápida pero es más efectiva y específica. Los linfocitos se clasifican en linfocitos T, linfocitos B y células “natural Killer” (NK, incluidas también dentro de la inmunidad inespecífica).
Los linfocitos T se dividen a su vez en “colaboradores” (o Helper; se distinguen por la presencia de la molécula CD4 en su superficie) y “citotóxicos/supresores” (caracterizados por la molécula CD8 en su superficie); ambos participan en la inmunidad mediada por células o inmunidad celular. Por su parte, los linfocitos B sintetizan los anticuerpos o inmunoglobulinas, componentes fundamentales de la inmunidad humoral. Estos anticuerpos son moléculas solubles que circulan en el plasma e infiltran los tejidos. La protección global del organismo la proporciona la interacción entre las distintas células inmunocompetentes y la gran variedad de moléculas que constituyen el sistema inmune: factores del complemento, enzimas, citoquinas como los interferones (IFN) y anticuerpos.
Respuesta inmune
Cuando se vulneran las barreras físicas que separan lo propio de lo no propio, comienza una respuesta inflamatoria, dentro de lo que se ha denominado inmunidad innata. En esta etapa, las células necesarias para la respuesta han de ser atraídas desde la circulación hacia el tejido infectado. Las células endoteliales que se alinean en las vénulas postcapilares responden a señales del tejido cambiando de forma y dando lugar a la aparición de oquedades o aperturas. Además, se vuelven “pegajosas” expresando moléculas de adhesión en su superficie luminal y secretando citoquinas, que estimulan a los leucocitos para que también expresen moléculas de adhesión. La interacción entre moléculas de adhesión complementarias permite que las células endoteliales capturen leucocitos y los dirijan -a través de las aperturas formadas-, al interior del tejido. Los neutrófilos son las primeras células en responder. Por quimiotaxis migran hasta la zona infectada, donde son activadas para llevar a cabo la fagocitosis. Las células fagocitadas (ej. bacterias), son eliminadas por combinación de una combustión respiratoria que da lugar a la formación de especies reactivas de oxígeno -tóxica para las células-, y la actividad de las enzimas procedentes de los lisosomas (hidrolasas ácidas). Las proteínas del complemento se activan por contacto con bacterias y se ensamblan para formar complejos de ataque a membrana. Cuando un número suficiente de estos complejos se insertan en la pared exterior de los microorganismos se produce la lisis celular, lo cual a su vez atrae a más leucocitos y promueve la fagocitosis.
Por otro lado, ya se ha mencionado que la inmunidad adquirida es la otra fase fundamental en la respuesta inmunitaria, y requiere el reconocimiento específico de moléculas (Antígenos-Ag) de los patógenos invasores, que los distinguen como un agente extraño al hospedador. La infección de una célula por un patógeno intracelular es señalizada a un linfocito T, mediante la expresión en superficie de fragmentos peptídicos derivados del patógeno.
Una característica fundamental de la inmunidad adaptativa es la memoria inmunológica, que permite que se produzcan respuestas más rápidas y de mayor intensidad tras exposiciones repetidas al mismo microorganismo. Los linfocitos T y B, que reconocen específicamente un antígeno a través de su receptor de superficie, comienzan a dividirse para aumentar el número de células con capacidad de llevar a cabo la defensa. Los linfocitos B proliferan y maduran convirtiéndose en células plasmáticas secretoras de anticuerpos, mientras que los linfocitos T proliferan y son capaces de destruir directamente células infectadas por virus (linfocitos T citotóxicos o CD8), o se encargan de controlar la actividad de otras células efectoras de la respuesta defensiva (linfocitos T Helper o CD4). A este respecto, tienen un papel destacado las citoquinas, en especial las interleuquinas (IL), que participan en todas las etapas de la respuesta, induciendo cambios en el crecimiento, desarrollo y actividad de las células diana tras su unión a receptores celulares.
Inmunonutrición
La relación existente entre el estado nutricional de una persona y su resistencia a padecer infecciones es un hecho conocido desde hace tiempo. Sin embargo, es mucho más reciente el descubrimiento de algunos de los mecanismos que pueden explicar el papel de los nutrientes en la función inmunitaria. Los resultados epidemiológicos y clínicos sugieren que cualquier deficiencia nutricional altera la inmunocompetencia e incrementa la susceptibilidad a padecer infecciones. De modo que cualquier alteración en las defensas del individuo, puede hacer sospechar sobre la existencia de una situación de malnutrición de mayor o menor gravedad o de algún tipo de deficiencia nutricional. El hecho de que el sistema inmune dependa de la disponibilidad de nutrientes se puede explicar por dos motivos: I) la necesidad de sintetizar nuevas moléculas durante el desarrollo de las respuestas inmunes (por ejemplo, los aminoácidos son necesarios para la síntesis de proteínas de fase aguda) y, II) por su utilización en los fenómenos de división y diferenciación celular que ocurren durante la expansión clonal, que da lugar al ejército de células que atacan y eliminan el patógeno invasor. No obstante, hay que tener en cuenta que los nutrientes no sólo influyen sobre los mecanismos encargados de defender a nuestro organismo de los patógenos que causan las enfermedades infecciosas, sino que otras funciones en las que está implicado el sistema inmune pueden alterarse por desequilibrios en los niveles de nutrientes o causas relacionadas con la nutrición. Entre dichas funciones se incluyen: I) el mantenimiento de la homeostasis inmunológica o retorno al equilibrio tras las respuestas disparadas por las células inmunes, II)la comunicación bidireccional que normalmente se establece con los sistemas nervioso y endocrino a través de los neurotransmisores y hormonas y III) el fenómeno de la tolerancia hacia lo propio, gracias al cual el sistema inmune no reacciona frente a las células del propio organismo. Un desequilibrio en alguna de estas funciones del sistema inmune puede ocasionar situaciones patológicas como alergias, enfermedades autoinmunes, inflamaciones crónicas, etc.
Estudios longitudinales poblacionales evidencian que la interacción entre malnutrición e infección incrementa la tasa de mortalidad por encima de lo que cabría esperar para cada una de ellas por separado (ver Figura 3).
Figura 3. Malnutrición e infección interaccionan aumentando la tasa de mortalidad.
Posteriormente, se han ido identificando mecanismos que justifican el impacto de la deficiencia de nutrientes en diversos aspectos de los dispositivos de defensa inmunológica, aumentando la frecuencia y severidad de las infecciones (Figura 4).
Figura 4. Aspectos inmunológicos que pueden alterarse por deficiencias o desequilibrios nutricionales.
En la actualidad, las interacciones específicas entre nutrición e inmunidad se estudian en el contexto particular de cada patología, ya que sigue siendo relevante el estado nutricional para enfrentarse a infecciones como la tuberculosis, e influye también en el curso de muchas patologías no infecciosas como la obesidad, ECV, alergias, enfermedades digestivas, cáncer, etc. (Figura 5).Figura 5. Relevancia de la interacción entre nutrición e inmunidad en la etiología y/o curso de patologías infecciosas como aquellas relacionadas con los estilos de vida.
Efectos de la malnutrición proteico-calórica
En situaciones de malnutrición proteico-calórica la mayoría de los mecanismos de defensa del individuo están afectados, incluyendo la respuesta inmune celular, la producción de IgA secretora, la función fagocítica, el sistema del complemento y la producción de citoquinas. Se observa una atrofia linfoide importante, con disminución del tamaño del timo y bazo, así como una reducción en las respuestas cutáneas de hipersensibilidad retardada -tanto de recuerdo como ante nuevos antígenos-, estando marcadamente deprimidas, disminuyendo también el número de linfocitos T maduros en circulación. Asimismo, se reduce la producción de algunas citoquinas, como IL-1, IL-2 e IFN-γ, afectando a la capacidad de los linfocitos T para responder a esas citoquinas. El profesor Chandra, observó en niños con malnutrición proteico-calórica una disminución de linfocitos T, que afectaba sobre todo a las células CD4 y que daba lugar a que el cociente CD4/CD8 apareciera reducido, en comparación con niños bien alimentados; por lo que dicho cociente se considera un buen indicador del estado nutricional. Sin embargo, afortunadamente se ha podido observar que tras una terapia nutricional apropiada -durante semanas o meses-, estos valores pueden restablecerse. En un estado de malnutrición proteico-calórica, la función de los linfocitos B se afecta menos que la de las células T. Las alteraciones enumeradas se asocian con un riesgo aumentado de padecer infecciones, las cuales a su vez conllevan consecuencias o síntomas físicos que redundan en un empeoramiento del estado nutricional.
Macronutrientes e inmunidad
Hidratos de carbono
Estos macronutrientes son fundamentales en la dieta, por ser la fuente de energía más importante. A nivel inmunológico juegan un papel fundamental en la respuesta inmune celular. Es importante resaltar que todas las inmunoglobulinas (Ig) y muchos factores del complemento se encuentran glicosilados, es decir, están unidos a carbohidratos. De hecho, las cadenas de hidratos de carbono unidas a las proteínas cumplen varias funciones importantes, protegiendo a los péptidos de la acción de las proteasas y orientando hacia la ubicación de la sustancia extraña o antígeno (Ag) peptídico en la sinapsis inmunológica.
A modo de ejemplo, las personas que practican deporte modifican las hormonas secretadas por el hipotálamo y la pituitaria debido a factores como el estrés físico y la fatiga. Ambos factores estimulan la secreción de cortisol y de otras hormonas como la adrenocorticotropa (ACTH), endorfinas y prolactina que están relacionadas con la modulación de la respuesta inmunológica. Debido a la secreción de estas hormonas durante la realización del ejercicio, se puede presentar una disminución de las células NK, cambios en los niveles de las subpoblaciones linfocitarias y alteración en la producción de citoquinas (Figura 6).
Además, a nivel endocrino estos cambios (activación del eje hipotálamo-pituitario- adrenal) se han relacionado con una disminución de los niveles plasmáticos de glucosa. La suplementación con hidratos de carbono consigue mantener los niveles normales de glucosa en plasma, atenuando los cambios relativos a determinadas hormonas relacionadas con el estrés (niveles elevados de cortisol, adrenalina) y el aumento de citoquinas (proteínas responsables de la comunicación intercelular) plasmáticas, reduciendo de este modo los posibles efectos perjudiciales sobre el sistema inmunitario.
Figura 6. Relación entre ejercicio y los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario.
Grasas
Los ácidos grasos son importantes en el funcionamiento del sistema inmunitario, ya que afectan a la fluidez de las membranas celulares, que disminuye con la longitud de cadena y aumenta con el grado de insaturación de los ácidos grasos incorporados. La fluidez de las membranas es importante para la expresión de las estructuras de la superficie celular como los receptores, que desempeñan papeles cruciales en la función inmunológica. Por otra parte, los ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) parecen ser ligandos naturales de una determinada clase de factores de transcripción anti- inflamatorios llamados receptores proliferadores de peroxisomas.
En general, las dietas ricas en AGPI omega-3 tienden a inhibir las respuestas inmunitarias excesivas, que se asocian con enfermedades inflamatorias crónicas tales como la artritis reumatoide. Sin embargo, las respuestas inmunes necesarias para proteger contra los patógenos no parecen ser afectadas negativamente. Además las dietas ricas en AGPI omega-6 tienen un efecto diferente en la respuesta inmune, incluyendo las respuestas pro y anti-inflamatoria. El AGPI omega-6, ácido araquidónico (AA), produce un aumento en los mediadores pro-inflamatorios y a través de éstos, regulan la actividad de células inflamatorias, la producción de citoquinas y el equilibrio de las subpoblaciones linfocitarias. Se considera que en general, los AGPI omega-3 actúan como competidores del ácido araquidónico (AA). Los efectos inducidos por los AGPI omega-3, pueden ser utilizados como terapia en la inflamación aguda y crónica, así como en enfermedades que impliquen una sobreactivación inapropiada de las respuestas inmunitarias en general, en patologías de etiología autoinmune.
El efecto de la grasa de la dieta depende del grado de alteración de la grasa ingerida y la calidad de la misma.
- Respecto al primer punto, la grasa ingerida por el ser humano puede estar más o menos alterada por diversos motivos como por ejemplo el proceso culinario, ya que el calentamiento -como puede ser la fritura-, afecta la composición de la grasa alimentaria.
En este sentido, la oxidación (auto oxidación de ácidos grasos y oxidación por manipulación culinaria) es un proceso especialmente relevante al formarse peróxidos lipídicos y otros derivados oxidados que afectan a la respuesta inmune en distintos niveles, bien provocando daño linfocitario, alterando respuestas mutagénicas de esplenocitos o bien inhibiendo la síntesis de ADN por los timocitos. Los aceites de semillas con mayor riqueza en AGPI omega-6 como el ácido linoleico (LA) son los más vulnerables a la autooxidación.
- La calidad de la grasa se caracterizada por los tipos de ácidos grasos que la integran. Existen muchos estudios que muestran que la cantidad y calidad de la grasa alimentaria determina distintas respuestas inmunitarias y dependen en gran medida del grado de insaturación del ácido graso y de la longitud del mismo. Así, se ha observado:
- Aumento de la inmunidad celular y humoral en la deficiencia de ácidos grasos esenciales.
- Depresión de la actividad de macrófagos en la iniciación de la respuesta inmune, cuando la dieta es deficiente en ácidos grasos esenciales.
- Rechazo aumentado a injertos con dietas deficientes en ácidos grasos esenciales, y por el contrario, supervivencia de injertos tras suplementación con ácido linoleico (LA).
- Disminución de respuestas de hipersensibilidad cutánea retardada con grasas ricas en ácidos grasos saturados (AGS) o poliinsaturados (AGPI). Cuando las dietas presentan un alto contenido en AGPI omega-6, muestran una capacidad inmunosupresora más elevada que las dietas con grasa saturada. Por otra parte, la ingesta de dietas con alto contenido en aceites de pescado (AGPI omega-3) reduce la respuesta al test cutáneo de hipersensibilidad retardada (ver Figura 7), en comparación con la respuesta obtenida con dietas que contienen una alta cantidad de AGPI omega-6 y/o aceite de oliva (rico en AGMI omega-9)
Figura 7. Mecanismo por el cual los AGP omega-3 ejercen un proceso inmunomodulador y una función antiinflamatoria. Fuente: (Mataix y de Pablo, 2009).
En general, los AGPI omega-6 (en especial el ácido linoleico), aumentan la actividad de todas las células inmunocompetentes, mientras que los AGPI esenciales omega-3 (Eicosapentaenoico EPA y Docosahexaenoico DHA) la disminuyen.
También existen evidencias sobre el papel beneficioso de los ácidos grasos monoinsaturados (AGMI) en las enfermedades autoinmunes. Se ha descrito que el aceite de oliva tiene un efecto inmunosupresor y antiinflamatorio debido probablemente, aunque no de forma exclusiva, a su principal componente, el AGMI (18:1 omega-9) ácido oleico. Sin embargo, los compuestos fenólicos que contiene esta grasa, a los que se les atribuye una acción antioxidante, parece que intervienen también en la regulación de la respuesta inmune. Los AGMI ejercen efectos similares a los AGPI omega-3. De esta forma, cuando una dieta es rica en AGMI, éstos están desplazando a los AGPI omega-6, lo que permite que los AGPI omega-3 aumenten su incorporación a las membranas celulares, con los beneficios que ello conlleva. En algunos estudios epidemiológicos se ha observado que la administración de aceite de oliva en la dieta reduce el riesgo de artritis reumatoide.
Proteínas y aminoácidos
El tipo y la cantidad de proteína en la dieta pueden modificar la respuesta inmune. Una deficiencia proteica origina alteraciones en la génesis de anticuerpos, dando lugar a una disminución de los niveles séricos de inmunoglobulinas, además de un deterioro de la función tímica y la formación de linfocitos, así como la disminución de la respuesta al test de hipersensibilidad retardada.
Los aminoácidos que ejercen una mayor influencia sobre las células inmunocompetentes y la respuesta inmunitaria son la arginina, glutamina y cisteína.
Arginina: Es un aminoácido que sólo se considera esencial durante el periodo de crecimiento acelerado en el niño, por lo que se ha clasificado como un aminoácido semiesencial. Por otra parte, se ha comprobado que los suplementos de arginina en la dieta mejoran la función inmune celular, ya que estimulan la actividad de los linfocitos T y promueven la proliferación linfocítica en respuesta a mitógenos.
Glutamina: La glutamina se considera como el aminoácido más implicado en la respuesta inmune, por ser la fuente de energía junto a la glucosa de las células del sistema inmune. Así, la glutamina es el nutriente fundamental de las células inmunocompetentes para que se produzca una adecuada proliferación de linfocitos, producción de citoquinas y fagocitosis por parte de los macrófagos. Además, se ha establecido una correlación entre la actividad de las células NK y una adecuada concentración sérica de glutamina. Por otra parte, es el nutriente “favorito” de los enterocitos intestinales y se ha comprobado que la administración de glutamina por vía enteral, estimula el crecimiento de la mucosa intestinal, por lo que mantiene la barrera de mucosa intacta frente a posibles infecciones. Algunos ensayos clínicos indican que la complementación con glutamina se asocia a un menor número de infecciones en pacientes críticos. Aunque el mecanismo no se ha elucidad, se postula que este efecto se debe a la capacidad de la glutamina para inducir la síntesis proteica.
Cisteína: Es un aminoácido no esencial y uno de los pocos aminoácidos que contiene azufre, lo que le permite formar enlaces especiales para mantener la estructura de las proteínas en el organismo. Este aminoácido fortalece la capa protectora del estómago e intestinos, lo que ayuda a prevenir el daño provocado por determinados fármacos, y es importante en el funcionamiento del sistema inmune y en la salud de pelo, uñas y piel. El déficit de cisteína se ha asociado al predominio de respuesta inmunológica humoral en detrimento de una respuesta citotóxica.
Otros aminoácidos: La deficiencia de ciertos aminoácidos como triptófano, fenilalanina o leucina, o incluso de la proteína caseína, afecta a la inmunidad humoral, disminuyendo en consecuencia la capacidad de los linfocitos B para sintetizar anticuerpos.
Tabla 1
Vitaminas
Vitamina B6: Dada la importancia de la piridoxina y otras vitaminas del complejo B en muchas e importantes rutas metabólicas, su déficit afecta al sistema inmune (ver Tabla 1).
Los efectos más importantes de la deficiencia de piridoxina son: I) atrofia de tejidos linfoides, II) disminución de la inmunidad celular (respuesta deprimida en la hipersensibilidad retardada cutánea) y la inmunidad humoral, III) depresión de la respuesta inmune secundaria (vacunación e inmunización). Sin embargo, es importante resaltar que la actividad de macrófagos y células NK no se afecta (al menos en un grado extremo) por un déficit de vitamina B6, a diferencia de lo que ocurre con los linfocitos T y B. Esta repercusión tan distinta, puede explicarse por los mayores requerimientos de vitamina B6 en el metabolismo proteico y en el de ácidos nucleicos de células con mayor grado de proliferación.
Ácido fólico (vitamina B9) y vitamina B12: El papel clave del ácido fólico junto con el de la vitamina B12 en la vía biosintética del ADN, y en concreto en la síntesis de ácido timidílico a partir del ácido desoxiuridílico, provoca células anormales de tipo megaloblástico (más grande de lo normal). Esta anormalidad celular repercute en el funcionamiento normal del sistema inmune (ver Tabla 1). El déficit conjunto de estas vitaminas provoca una depresión de la inmunidad mediada por los linfocitos T, así como de la respuesta de hipersensibilidad retardada frente a diversos antígenos y una menor actividad fagocítica de los neutrófilos.
Vitamina C: A pesar de haberse descrito cambios inmunológicos por la deficiencia de ácido ascórbico, tanto a nivel de inmunidad innata (actividad de células NK, función fagocítica y oxidativa de neutrófilos) como adquirida (función de células T y B), uno de los efectos más claros de un adecuado estado nutricional respecto a esta vitamina, es su papel clave en la función fagocítica de neutrófilos y macrófagos, concretamente en la motilidad celular, lo que se justifica por la elevada concentración de vitamina C en estas células. Por tanto, su deficiencia repercutirá en una función inmune deteriorada sobre el sistema inmune inespecífico (ver Tabla 1). El deterioro en la función inmune también se ve reflejado en una disminución de la respuesta al test cutáneo de hipersensibilidad retardada.
Un aspecto destacable de la vitamina C, que ha alcanzado una proyección popular, es la prevención del resfriado común con megadosis de vitamina C. Sin embargo, hay que destacar que ingestas muy elevadas de esta vitamina se han asociado con un efecto prooxidante en el organismo, lo que origina un efecto negativo sobre el sistema de defensa del individuo.
Vitamina A: Esta vitamina también interviene en los mecanismos de defensa. Así, se ha observado -entre las consecuencias más inmediatas-, que su deficiencia ocasiona disminución del tamaño del timo y bazo, una menor actividad de las células NK, mayor producción de IFN-γ, descenso de la hipersensibilidad retardada cutánea y una baja respuesta de los linfocitos ante la estimulación a mitógenos (ver Tabla 1).
Vitamina E: El papel de la vitamina E en el sistema inmune parece relacionarse directamente con su función antioxidante a nivel de las diversas membranas celulares (ver Tabla 1). Se ha demostrado que la deficiencia de vitamina E se asocia a una respuesta inmune deteriorada, produciéndose la afectación de la inmunidad inespecífica, en especial de la función quimiotáctica y fagocítica de neutrófilos y macrófagos, y asimismo de la adquirida, tanto humoral como celular.
Se recomienda una ingesta de vitamina E (equivalente de alfa-tocoferol) en mujeres y hombres adultos de 8 y 10 mg/día, respectivamente, considerándose estas cantidades suficientes para prevenir la aparición de alteraciones patológicas, como neuropatías y miopatías. Sin embargo, parece cada día más evidente que estas cantidades deben ser superiores para poder lograr el buen funcionamiento del sistema inmune.
La vitamina E presenta una toxicidad baja en adultos. Suministrada a altas dosis antagoniza las funciones de otras vitaminas liposolubles, provocando una disminución de la mineralización ósea, del almacenamiento hepático de vitamina A y alteraciones de la coagulación. También se han detectado en algunos estudios modificaciones de la función inmune en adultos que recibieron altas dosis de vitamina E; en concreto una disminución de la capacidad fagocítica y bactericida de leucocitos. Por otro lado, la suplementación con altas dosis de α-tocoferol disminuye significativamente los niveles de proteína C reactiva e IL-6 en diabéticos tipo II y en sujetos sanos; efectos antiinflamatorios que podrían ser interesantes con vistas a un posible uso farmacológico de esta vitamina, como terapia adyuvante en la prevención de la arterosclerosis. Asimismo, estudios in vitro han demostrado que la vitamina E puede reducir la coagulación sanguínea y la formación de trombos.
Aunque los resultados más llamativos se han obtenido en población mayor de 65 años, existen evidencias de que los nutrientes antioxidantes pueden modificar la respuesta inmune celular en personas más jóvenes, en consecuencia una ingesta adecuada de estos nutrientes desde una edad temprana, puede ser esencial para prevenir o al menos retrasar, la aparición de enfermedades degenerativas.
Vitamina D: La vitamina D y sobre todo su metabolito el 1,25-dihidroxicolecalciferol, posee una acción inmunoreguladora. La mayoría de las células del sistema inmune, a excepción de las células B, expresan receptores para la vitamina D y sus metabolitos, indicando así, el papel preponderante de esta vitamina en el funcionamiento del sistema inmune. De un modo general, la vitamina D incrementa la inmunidad innata y mejora la regulación de la inmunidad adquirida, lo cual produce un incremento de la tolerancia inmunológica a los propios tejidos. Además, la vitamina D y su metabolito tienen la capacidad de inhibir la maduración de las células dendríticas y regular la producción de citoquinas. Esta vitamina se ha visto implicada -como agente inmunomodulador- en 23 enfermedades autoinmunes, tales como la encefalitis autoinmune, artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, enfermedades inflamatorias intestinales, diabetes, prostatitis autoinmune y esclerosis múltiple.
Minerales
Cinc: El papel del cinc (Zn) en el sistema inmune está perfectamente establecido, tanto en sus efectos fisiológicos como cuando existen deficiencias del mismo. Este elemento es uno de los pocos que, junto con el hierro y la vitamina A, parece estar involucrado en una carencia singular de un solo nutriente. En niños con acrodermatitis enterohepática, donde existe una reducida absorción intestinal de cinc, es evidente la linfopenia por déficit de cinc, así como las alteraciones del sistema inmunitario (atrofia tímica, deterioro de la hipersensibilidad retardada cutánea y aumento de la susceptibilidad a infecciones), junto con una deficiente cicatrización de heridas (ver Tabla 2).
Además, los efectos negativos de la deficiencia de cinc pueden ser también indirectos, ya que en estas circunstancias se produce una disminución de la sensación de gusto, lo que causa anorexia, y puede llevar a un estado de malnutrición, cuyas repercusiones ya se han comentado previamente.
Se han descrito dos mecanismos moleculares por los cuales la deficiencia de cinc puede conducir a una alteración del sistema inmunitario:
- El cinc es un cofactor clave que está integrado en más de cien metaloenzimas, muchas de las cuales participan en la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas, procesos fundamentales en la proliferación celular característica de la respuesta inmunitaria.
Tabla 2
El cinc es necesario para que se produzca la forma biológicamente activa de la hormona tímica, factor tímico sérico o timulina, que parece promover la diferenciación de células precursoras de linfocitos T. Los efectos más evidentes de la deficiencia de cinc sobre el sistema inmune son: I) atrofia linfoide, con una clara disminución en la respuesta de hipersensibilidad retardada cutánea, reacción retardada a los injertos; II) falta de maduración de células T y en consecuencia, disminución de la función inmune celular; III) actividad deteriorada de las células NK; IV) menor número de células formadoras de anticuerpos IgG e IgM; V) está disminuida la respuesta inmunitaria secundaria, ligada a la existencia de células memoria, incluso con una inmunización primaria previa a la situación deficitaria; VI) fagocitosis deprimida, especialmente la capacidad de digerir bacterias, así como su capacidad para producir oxígeno con clara función bactericida.
Los últimos estudios llevados a cabo en pacientes con déficit de cinc, ponen de manifiesto la importancia de la suplementación con este mineral en la dieta para contrarrestar un mayor riesgo a padecer infecciones.
Hierro: Desde el punto de vista inmunitario, las repercusiones del hierro (Fe) se pueden contemplar bajo una triple perspectiva: I) deficiencia de hierro, II) exceso de hierro libre por niveles disminuidos de la proteína transportadora transferrina y III) exceso de hierro absoluto.
a) Deficiencia de hierro: La deficiencia en hierro es la más extendida a nivel mundial, especialmente en el tercer mundo, y en muchos casos responde a una malnutrición de graves consecuencias. Por ello, la depresión del sistema inmune en un mundo contaminado, expuesto a la agresión de múltiples agentes patógenos (bacterias, virus, parásitos, etc.), es un hecho constatado (ver Tabla 2).
En estas condiciones se produce una depresión de la inmunidad celular y humoral, lo cual se explica por la necesidad de hierro para la síntesis de los citocromos linfocitarios, así como para la enzima ribonucleótido-reductasa, esencial para la proliferación celular y su participación en la síntesis de ADN.
La depresión del sistema de linfocitos T también se manifiesta en la producción de citoquinas como la IL-1 o el factor de inhibición de migración (MIF).
También disminuye la función fagocítica de neutrófilos y macrófagos, dada la necesidad del metal en enzimas hierro-dependientes, como la mieloperoxidasa y el citocromo de la NADPH-oxidasa, implicados en la destrucción bacteriana. Este hecho afecta a la producción de radicales libres como superóxido, peróxido de hidrógeno y radicales hidroxilo.
b) Exceso de hierro: El exceso de hierro afecta negativamente al sistema inmune. De hecho, se ha descrito que una sobrecarga de hierro reduce la capacidad proliferativa de células T auxiliares y células T citotóxicas, aumentando por el contrario la actividad de células T supresoras. Asimismo, disminuyen las actividades quimiotácticas y fagocíticas de los leucocitos. Los niveles libres de hierro en plasma pueden aumentar, lo que favorece, la proliferación bacteriana.
Cobre: El cobre (Cu) es un micronutriente esencial para el desarrollo, crecimiento, mantenimiento y funcionamiento normal del sistema inmunitario, siendo necesario para la diferenciación, maduración y activación de los distintos tipos de células inmunocompetentes, así como para la secreción de citoquinas con propiedades autocrinas, paracrinas y endocrinas, ejerciendo así una correcta defensa del huésped. Además, es un importante componente de la hemoglobina y mioglobina. Actúa como antioxidante, ya que es un cofactor esencial de una gran variedad de enzimas, incluyendo la citocromo-C-oxidasa y la Cu-Zn-superóxido-dismutasa (enzimas implicadas en la función bactericida de los granulocitos) y una proteína de inflamación, como la ceruloplasmina. Además, el cobre es necesario para que se produzca una adecuada utilización del hierro -su deficiencia causa anemia-, también se utiliza en el metabolismo de catecolaminas y en la protección celular frente al daño ocasionado por la oxidación.
Sus efectos sobre el sistema de defensa, se pueden observar en la Tabla 2. En situaciones de déficit de cobre parece aumentar la resistencia a padecer infecciones.
Magnesio: Es uno de los micronutrientes de mayor importancia para el sistema inmune. El desequilibrio de Mg en personas mayores se relaciona con una mayor susceptibilidad al estrés, una defectuosa función de la membrana, procesos de inflamación, enfermedades cardiovasculares, diabetes y disfunciones del sistema inmunitario.
Selenio: Tiene efectos adicionales importantes sobre la salud, particularmente en relación con la respuesta inmune, la enfermedad viral y la prevención del cáncer. En numerosos estudios se ha sugerido que la deficiencia de selenio se relaciona con una alteración en varios niveles de la respuesta inmunológica: resistencia a la infección, síntesis de anticuerpos, citotoxicidad, secreción de citoquinas y proliferación de linfocitos. De hecho, implica alteraciones en la inmunidad celular y la función de las células B. Este fallo en el sistema inmune, puede probablemente estar condicionado por el hecho de que el selenio se encuentra habitualmente en cantidades significativas en tejidos inmunocompetentes tales como el hígado, bazo y nódulos linfáticos. Por otro lado, la suplementación con selenio -incluso en individuos con los requerimientos completos-, tiene marcados efectos inmunoestimuladores, incluyendo un aumento de la proliferación de la actividad de las células T (linfocitos citotóxicos) y la mejora de la actividad de las células NK. El selenio parece también eliminar la deficiencia que presentan los linfocitos de personas de edad avanzada, para responder a estímulos y poder proliferar y diferenciarse en células efectoras citotóxicas.
Sustancias fitoquímicas: El progreso de la investigación en nutrición en la última década sugiere claramente que, además de los nutrientes esenciales, otros constituyentes no nutritivos de los alimentos -como los fotoquímicos-, tienen un efecto beneficioso sobre la salud humana. Los fitoquímicos están representados por un amplio número de sustancias químicamente diferentes, aunque hasta la fecha, por su potencial inmunomodulador los carotenoides y flavonoides son los más estudiados, aunque no se han elucidado los mecanismos de acción y los niveles adecuados de ingesta.
Cuestionario
¿Qué tema investigué y qué pregunta traté de responder?
Mi tema a investigar fue sobre la inmunonutrición y traté de responder a la pregunta “¿En qué forma influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico?”
¿Qué información utilicé?
Utilicé diversas fuentes de información, pero primordialmente las TICC.
¿Cuán confiables fueron mis fuentes?
Bastante confiables.
¿Los hechos que reporté en el informe están basados información fidedigna?
Sí. Utilicé las fuentes más confiables con citas bibliográficas a libros de divulgación científica.
¿Qué conceptos o ideas de las que he investigado son las más importantes?
Cada punto que he incluído en mi informe es relativamente importante para el tema de investigación. Pero si tuviera que elegir un solo concepto como el más importante, sería el famoso dicho “Eres lo que comes”.
¿Cuál es mi punto de vista?
Considero que muchas enfermedades no sólo pueden ser tratadas sino evitadas si tuviéramos un poco más de conocimiento respecto a nuestra propia nutrición y en sus efectos tanto benéficos como adversos para la salud humana.
¿A qué conclusiones estoy llegando?
La nutrición holística e integral es fundamental para una vida sana y una calidad de vida alta. Si nuestra alimentación es mala, nuestro cuerpo, tarde o temprano, lo resentirá. Si nuestra alimentación es buena, nuestro cuerpo tiene todo lo necesario para combatir casi cualquier tipo de enfermedad.
¿Qué implicaciones se derivan de mis conclusiones?
Dejar al lector en un estado de confrontación hacia sí mismo y su estilo de vida. Espero lograr algún cambio con esta información recaudada.
¿Necesito más información antes de emitir una conclusión?
Siempre se puede obtener más datos respecto a un tema en específico, sobre todo si es de índole científica, pues se considera que estamos en constante avance para obtener nueva clase de información en el futuro. Nada es absoluto.
¿Cómo estoy interpretando información?
Se debe interpretar de la mejor forma que conozcamos para darle un significado propio, y ser siempre críticos. Pues aunque tengamos citas y referencias, siempre pueden haber errores.
¿Cómo construí mis argumentos?
En base a información obtenida de diversos artículos de divulgación científica y comparándolos entre sí para llegar a una conclusión convincente.
Conclusiones y recomendaciones
Se requiere un estado nutricional adecuado para que se establezca una respuesta inmune primaria y secundaria adecuada; de acuerdo con ello, la terapia nutricional es una medicación complementaria que combate las enfermedades a través de dietas especiales con amplia variedad de productos para contribuir a funciones metabólicas específicas. Personalmente, recomiendo una dieta rica en variedad y calidad del producto. Siempre va a ser mejor un tomate orgánico que uno lleno de pesticidas, aunque ambos contienen el mismo valor nutricional. Más que nutrirse de ciertos alimentos es mejor comer de todo, porque mejora nuestras defensas y a su vez los nutrientes pelean el estrés.
En cuanto a mi trabajo final, sé que habrá muchas fallas de las que ni siquiera tengo conocimiento en este momento, pero lo considero una parte vital del proceso de aprendizaje. Hubieron muchos obstáculos como la falta de tiempo y motivación, y algunos otros problemas personales y de salud que me impidieron lograr un mejor trabajo al presentado, pero aún así pude llegar al final y terminar este trabajo con algo de lo que me enorgullezco.
En un futuro, espero poder realizar más informes de utilidad con los que pueda aprender no sólo yo, sino cualquiera que tenga acceso a ellos. Gracias a ti que estás leyendo esto, y te deseo una vida llena de salud.
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https://docs.google.com/forms/d/1B9cRHwn4JsjQp39AF7ssPw4J5h_2CnpHT56BL_Jp1X0/edit#responses
Diagrama de flujo creado por Sarah MH con GoConqr
La importancia de utilizar esta clase de organizadores gráficos para representar hechos, situaciones, movimientos o relaciones de diverso tipo, es que podemos llegar a vislumbrar de manera mucho más sencilla la totalidad del proceso de investigación documental y de campo y poder organizarnos más fácilmente a partir de los pasos dados y de la organización del proceso mostrado de forma gráfica y sencilla. Para que sea clara y fácil de entender, es necesario resumir los puntos a seguir al número de pasos más básico posible y ser concretos en la presentación de cada uno para evitar irse por la tangente y alargarse demasiado con información de poca o nula utilidad. Si se busca ser más explicativos, se puede optar por la utilización de sub-categorías desplegables para evitar desviar la atención del punto principal del flujograma y así poder explicar más a profundidad alguno de los puntos o pasos que creamos puedan llegar a crear confusión en el receptor.
En mi segundo recorrido, decidí comenzar visitando el área de cafetería y algunos consultorios. En el hospital, los pacientes suelen desayunar más de lo que acostumbran en sus casas, o simplemente algo diferente. A muchos les desagrada la comida de este lugar pues se siguen ciertas pautas para su preparación, para que ésta sea lo más “saludable” posible. Procedimientos que no suelen ser un hábito entre los mexicanos ni en sus menús, como lo es la ausencia de condimentos o utilizar técnicas al vapor mayoritariamente.
Se sabe o es de suponer que la comida de hospital debe ser lo más nutritiva posible, pero hay muchas señales que he observado al haber pasado tanto tiempo en él a lo largo de mi vida, que me dicen que las pautas que se siguen no son las mejores. Un ejemplo sería un plato con una fruta hervida sin cáscara. Si bien, el propósito principal de esto debe ser la sencilla asimilación o digestión de la fruta, no es lo más recomendable o la mejor forma de consumirla para el mayor aprovechamiento de sus nutrientes. Las gelatinas son uno de los alimentos más comunes recomendados para los pacientes que se encuentran en estados más delicados y que necesitan de cuidados extras o especiales, pero la gelatina en sí, está compuesta mayormente de colorantes y endulzantes artificiales. Estos son detalles que he logrado ver en repetidas ocasiones, y que dudo deje de ser un problema a corto plazo, pues es algo muy arraigado a la costumbre de este hospital y de muchos otros del país.
Al continuar mi recorrido, llegué al área de endocrinología, donde me encontré con una paciente de nombre Esperanza, con quien había acordado el día anterior hacer una entrevista relacionada a su enfermedad y sus hábitos en la actualidad. Grabé la conversación, pero no me será posible publicarla, pues ella se sentía incómoda con la idea, por lo que opté por transcribir la entrevista en cuestión.
Transcripción de la entrevista realizada a una paciente con hipotiroidismo del área de endocrinología del Centro Médico de Especialidades:
S: Hola, Esperanza. Muchas gracias por aceptar ser parte de esta entrevista. Procederé a hacerte unas cuantas preguntas acerca de tu estilo de vida en la actualidad y la situación que enfrentas hoy en día que, tengo entendido, es el hipotiroidismo, ¿es correcto?
E: Sí, así es.
S: ¿Cuándo fue la primera vez que te diagnosticaron?
E: Hace poco más de un año. En mayo del 2016.
S: ¿Qué percances has tenido que afrontar desde que te diagnosticaron? ¿Podrías contarme tu experiencia?
E: Subí mucho de peso en un corto período de tiempo, lo que ocasionó que me aparecieran estrías en casi todo el cuerpo. Tuve que comprar mucha ropa nueva, pues la que tenía, en un lapso de medio año dejó de quedarme. Me sentía más cansada de lo normal. Mis cambios de humor han sido uno de los aspectos que más notorios han sido, pues hay ocasiones en las que me siento extremadamente molesta o triste. Mi piel y cabello se resecan con mucha facilidad y sufro de amenorrea, aunque este último problema ya venía sucediendo desde mucho antes.
S: Ya veo. ¿Fueron estos síntomas los que te llevaron a acudir al médico?
E: Sí, aunque el que más me preocupó fue subir tanto de peso en tan poco tiempo.
S: ¿Qué fue lo primero que tuviste que hacer?
E: Tuve que hacerme un análisis clínico. Fue un exámen de perfil tiroideo. Luego mi médico comenzó con un plan de tratamiento para mí.
S: ¿Qué tratamiento realizaste?
E: Me prescribieron antitiroideos. Por suerte mi hipotiroidismo no era autoinmune, por lo que mi tratamiento me ha ayudado a mejorar y no será de por vida.
S: ¿Que te ha motivado para seguir este tratamiento?
E: El hecho de que he logrado bajar de peso y que ya no me sienta tan cansada todo el tiempo. Me siento mucho mejor.
S: ¿Cual solía ser tu alimentación antes de ser diagnosticado?
E: Consumía de todo, pero no era una buena alimentación. Lo que más comía eran carbohidratos y grasas.
S: ¿Hoy en día tu alimentación sigue siendo la misma?
E: No. Mi médico me dijo que necesitaba hacer varios cambios en ella. Muchas cosas que consumía tuve que dejarlas de consumir pues eran la razón por la que mi hipotiroidismo comenzó, en primer lugar. Tuve que acudir a un nutriólogo para que me ayudara con esto. Fue muy difícil al inicio, casi siempre empezar algo es lo más difícil, pero después de un tiempo fue más sencillo para mí.
S: ¿Qué otros hábitos has dejado? ¿Qué cambios has hecho desde entonces a tu rutina?
E: Además de la alimentación y de la ingesta de medicamentos, tuve que comenzar a hacer ejercicio, pues llevaba una vida muy sedentaria. Ahora corro 3 días a la semana y voy a clases de natación cada sábado. También comencé una terapia psicológica que me ayudara en el proceso, pues algunos de mis hábitos poco saludables se debían a mi depresión.
S: ¿Crees que tu depresión fue la causa de tu enfermedad?
E: Creo que por eso mis hábitos alimenticios eran muy malos a causa de que no tenía motivación para esforzarme en mejorar ese aspecto, lo que eventualmente hizo que me enfermara de esto.
S: Si pudieras cambiar algo, ¿qué sería?
E: En definitiva, hubiera acudido a terapia y hubiera comenzado con mi actual rutina mucho antes y así haber podido prevenir otras enfermedades.
Me he dispuesto a visitar uno de los hospitales más grandes de la ciudad. El Centro Médico de Especialidades fue inaugurado el 22 de Julio de 1949 y fue fundado por un grupo de médicos de las ciudades vecinas (Cd. Juárez y El Paso, Tx), con el objeto de observar los alrededores y algunos cuantos pacientes del lugar. Por la mañana, al entrar en la planta de Oncología, me encuentro con la misma situación que desde hace 10 años, cuando mi madre fue diagnosticada con cáncer por primera vez:
Pacientes en la sala de espera, con la incertidumbre de no saber qué les deparará el futuro a ellos o a aquellos a quienes acompañan en su enfermedad.
Muchos creen que una vez que el cáncer está presente y ha tocado sus cuerpos, sólo es cuestión de tiempo para que la muerte se avecine, como si fuera una bomba mortal de la cual es imposible escapar. Pero después de años de investigación autónoma casi he llegado a la conclusión de que aún existen posibles curas y de menor impacto negativo como lo son los tratamientos médicos convencionales: la radiación y quimioterapia.
Son tratamientos que han resultado ser de cierta "utilidad", aunque no óptima, para la resolución de este problema tan grande que afecta a millones de personas alrededor de todo el mundo. Pero,¿dónde fueron originados?
"Los inicios de la moderna era de la quimioterapia pueden ser relacionados directamente con el descubrimiento de que el gas mostaza, un agente químico de uso militar, podía ser usado con efectividad para el tratamiento contra el cáncer."
¿Qué tan efectivo puede llegar a ser un tratamiento tan invasivo, que en sus inicios fue empleado fundamentalmente como arma de guerra junto a otros productos químicos para incapacitar y contaminar y que suele conllevar consecuencias como la muerte por asfixia agónica?, ¿Pórqué son tantas las personas que hacen uso de este método o que permiten el uso del mismo en sus propios cuerpos?
Casos:
Hace casi tres años, Victoria fue diagnosticada con cáncer de colon. Su edad al momento del diagnóstico fue de 63 años. Hoy, ella tiene 65 años. Recibió el diagnóstico con sosiego y toleró bien la quimioterapia. Considera que el hecho de ser enfermera la ayudó a entender lo que le estaba pasando. Normalmente vive sola en su domicilio y ha podido mantener su vida cotidiana hasta que por un problema de una posible metástasis cerebral tiene pérdida de equilibrio y necesita estar acompañada. Por este motivo ha ingresado en un centro de cuidados paliativos. Según Victoria los cuidados paliativos tienen la función de hacer la vida más fácil para aquel que se encuentra leyendo las últimas páginas del libro de su vida, por lo que está muy agradecida. Victoria valora positivamente el trato que ha recibido tanto en Oncología como en Cuidados paliativos y está muy agradecida porque considera que la enfermedad le ha dado la oportunidad de conocer a personas maravillosas, incluso comenta que “merece mucho mas la pena todo aquello de positivo que a mi me ha aportado una enfermedad como un cáncer, que todo lo negativo que haya podido producir eso en mi entorno y en mi vida personal”. Ella recomienda que no se pierdan las ganas de vivir. El hecho de ser creyente le ha sido de gran apoyo.
Mario es un hombre que acudió al médico porque le alertó el sangrado que tenía por las heces. Después de varias pruebas le indicaron que tenía un tumor en el colon que había que quitar. Para él una de las etapas más difíciles ha sido cuando ha tenido que estar ingresado en el hospital durante más de 3 meses, cuando esperaba que fuera sólo unos días. Valora mucho los cuidados que recibe de su mujer e hijos, que le han acompañado cada día y noche. Conoce a otras personas que han tenido el mismo problema pero que han tenido mejor suerte, ya que con una operación se suele resolver el problema. Sin embargo en su caso, por varias complicaciones ha tenido que operarse cuatro veces. Lleva una bolsa por la que expulsa las heces y que ha aprendido a cuidarse él mismo. Tanto los profesionales sanitarios del equipo de Paliativos como su familia le ayudan con estos cuidados. Debido a este problema considera que no puede bañarse en la playa y eso le desconsuela mucho ya que siempre iba a la playa con la familia todos los sábados. Sin embargo, constantemente dice que ha tenido que asumir lo que le ha pasado y que no merece la pena ponerse nervioso. Le gustaría saber cuánto tiempo le queda de vida pero al final piensa que cada día es un regalo y con eso es suficiente. Le preocupa que la enfermedad le lleve a depender de otros para lo básico y espera que eso no le ocurra. Está tranquilo por haber dejado el testamento ya resuelto para que las cosas sean como a él le gustaría que fueran. En cuanto a los profesionales considera que deberían informar mejor y tratar mejor a los pacientes.
El desarrollo de medicamentos contra el cáncer se ha convertido en una industria multimillonaria. No obstante, son muchas las personas que confían en estas "curas", dejándolas como su última opción y su última esperanza de vida. ¿Porqué estas personas confian tan plena y ciegamente en tratamientos y medicamentos creados para combatir el cáncer, dentro de una industria que, se quiera o no, se beneficia de la existencia de esta enfermedad? Siempre he creído que no hay mucha ganancia en una sola cura, sólo en tratamientos de por vida. ¿Cómo podemos estar seguros de que no somos más que el blanco de un mero beneficio monetario ajeno a nosotros?
La razón por la que decidí escoger esta área en específico, es porque el cáncer es una de las afecciones más comúnes que pueden tener un origen no sólo genético (ser portador de mutaciones genéticas que la hagan más susceptible de desarrollarse), si no por ser una afección que puede originarse de una mala alimentación, y por lo tanto, también prevenible con una nutrición enfocada en el funcionamiento óptimo del organismo.